Blog Quitasueño
Por Álvaro Archbold Núñez
Clara Eugenia González, arquitecta y docente de la facultad de arquitectura de la Universidad Nacional durante 20 años, realizó uno de los trabajos de investigación más importantes sobre patrimonio arquitectónico cultural en el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina.
En sus dos publicaciones, ‘Island House’ y ‘The Last China Closet’, Clara Eugenia presenta un inventario de las viviendas isleñas dignas de un reconocimiento patrimonial arquitectónico y cultural y penetra en la intimidad de la casa en su búsqueda de todos los valores en ese ámbito espacial, interior y exterior, donde una familia desarrolla la mayor parte de sus actividades y relaciones sociales, que recoge el interior y exterior de las relaciones sociales, y los vínculos con sus vecinos.
Quitasueño presenta a sus lectores esta entrevista hecha a esta profesional extraordinaria, que supo apropiarse sin ningún prejuicio, de la forma más auténtica de expresar el lenguaje espacial, cultural y artístico del pueblo nativo de las islas: La casa isleña.
Arquitecta, Clara Eugenia Sánchez.
P/. ¿Cómo fue su vinculación al proceso de valoración de la casa isleña?
R/. Hay algo en mi forma de ser que me ha llevado a tener una gran curiosidad y aprecio hacia el tema de las arquitecturas vernáculas. Me llamaba la atención el estudio de casas construidas en adobe y bareque.
Pero fue con la iniciación de actividades de la Universidad Nacional en San Andrés, cuando en el año 2000, en el marco del Plan Decenal de Cultura, el Ministerio, y el Fondo Mixto de Cultura Departamental, realizan una primera convocatoria. Es allí donde aparece el tema del patrimonio cultural del Archipiélago, aunque en ese momento las cosas aún no eran muy claras.
P/. ¿Qué experiencia le dejó la convocatoria?
R/. Las discusiones y planteamientos que se hicieron me hicieron iniciar un recorrido muy detallado de la isla; a conversar con muchas personas nativas; escritores, artesanos, carpinteros, muchos de los cuales ya se han muerto.
Presentamos como opción inicial la realización de un inventario de casas isleñas, y entre los años 2000-2001, reconocimos 345 viviendas como bienes de interés patrimonial y cultural
P/. ¿Qué conceptos se manejaron?
R/. Había unos conceptos nuevos. Al concepto tradicional de patrimonio debían ser incorporados otros elementos asociados a la cultura. Y ello significó escoger un largo camino, en donde la comunidad misma debía reconocer la importancia de su patrimonio.
Implicó, también, que tuviéramos que realizar largos videos; una exposición de gran formato, que nos llevara a un proceso de construcción social.
}Hasta ese momento, además de ser las declaratorias del orden nacional, el Ministerio de Cultura manejó el criterio que en el archipiélago solo existían como sobresalientes tres bienes de interés patrimonial: La Iglesia Bautista de La Loma en San Andrés; La Iglesia de María Inmaculada, y El Fuerte Warwick, en las islas de Providencia y Santa Catalina, respectivamente.
En todo ese proceso no pudimos lograr que el Ministerio de Cultura entendiera la importancia que tenían como patrimonio cultural las viviendas isleñas con su arquitectura vernácula.
Hoy estoy absolutamente segura que la arquitectura isleña tiene un alto valor para el patrimonio del archipiélago y la nación.
Tuve la oportunidad de visitar Colon y Bocas del Toro en Panamá, así como Puerto Limón en Costa Rica, para llegar a la conclusión que existen muchos elementos en común, pero también se presentan singularidades.
P/. ¿Qué elementos constructivos de interés se pueden identificar en la casa isleña?
R/. Sin duda la arquitectura que se implementó y desarrolló tenía como elemento esencial la utilización de la madera como material predominante.
Es una tecnología que existía en los Estados Unidos, con un desarrollo de piezas de 2’ pulgadas por 4’ pulgadas, que son fáciles de fabricar y/o producir con facilidad, al mismo tiempo que se desarrollaron los clavos.
Hay, para la época, unos materiales y un movimiento industrializado en el mundo, incluyendo el Caribe, que toca al archipiélago, convirtiéndose en una arquitectura que se adecúa a las realidades ambientales, que, como unidad, conceptualmente puede ser pequeña, o grande, pero que de una pequeña unidad con el crecimiento hacia adelante, hacia atrás, o hacia los lados, se puede lograr una edificación mayor en la medida en que se dé un crecimiento en la familia.
Son arquitecturas que se van decantando con el tiempo, que se van readecuando, acompañadas de los autoconstructores, que, con un diálogo comunitario, le van dando una personalidad impregnada de un estilo particular.
P/. Desde el punto de vista ambiental y climatológico: ¿Cómo se defiende la casa isleña frente a fenómenos de la naturaleza?
R/. Cuando realizaba las entrevistas dentro del inventario, de manera repetitiva los entrevistados se referían a la ‘ventana contra el huracán’ la cual se ubicaba al noreste de la casa. Las puertas se cerraban desde afuera, manteniéndose abiertas en situación de normalidad, lo cual permitía que circulara el viento, generando una sensación agradable y de confort.
El techo comprendía aleros quebrados, que no eran tan grandes, que permitían que en un momento dado se refrescara la casa y circulara la brisa.
Pero también, cuando llegaban las lluvias eran pequeñas superficies que permitían la salida del agua, y que al no ser tan grandes impedían que el techo se levantara. Los techos a través de canales se conectan con la cisterna para el consumo del agua.
Así es el núcleo de la vivienda, que, asociado al baño y la cocina, conforman la casa isleña.
Y la cocina y el baño que se encontraban distantes, se van acercando hasta unirse físicamente a la vivienda, en la mayoría de los casos, en cemento.
P/. ¿Perdía valor arquitectónico incorporar en la casa isleña materiales diferentes a la madera como el cemento?
R/. No lo perdía.
Todo depende de cómo se hace, siempre manteniendo el núcleo de la casa, manteniendo esa relación correcta con el medio ambiente y con el manejo del agua; su relación interior-exterior y sus espacios de intimidad.
Debo recalcar que el adecuado manejo del agua por los nativos del archipiélago permitía la recarga de los acuíferos, existiendo en diferentes puntos de las islas, cisternas compartidas.
P/. ¿Qué le diría al presidente de Colombia?
R/. Qué hay que reconocer y valorar lo que ha tenido la arquitectura tradicional en San Andrés, Providencia y Santa Catalina.
Cómo se ha dado.
Qué se hizo
Reconocer los conceptos fundamentales.
Incorporar elementos modernos de protección
Que existe un habitante, y diferentes grupos sociales que tienen un reconocimiento, y es fundamental y prioritario incorporarlos con urgencia.
Que existen particularidades que diferencian unos sectores de otros en las diferentes islas.
Nada se debe hacer sin la participación activa de los nativos de las islas de Providencia y Santa Catalina. Poseen un conocimiento adquirido durante muchos años.
Y, fundamental, que haya transparencia y rendición de cuentas del manejo de los recursos.